En ese momento se escucha la voz de dos chicos riéndose a carcajadas y las ruedas de los skates, uno de ellos continua tras despedirse de su colega, el otro se para, le da un ligero toque a su tabla con el pie y esta se eleva, él la coge al vuelo y la sitúa bajo su brazo, se aproxima a su chica y la rodea la cintura con el brazo que le queda libre.
-No te esperaba aquí.
-Sabes lo mucho que me gusta sorprenderte.
-¿Nos vamos? -pregunta ella con los ojos brillantes-.
-Si, aún quedan muchas sorpresas por delante.
La pareja se aleja, pero la mejor amiga de la chica, grita tras ellos.
-¡Nena!, relaja la pelvis -dice mientras ríe a carcajadas-.
Ella se ruboriza y oculta su rostro en el pecho de su chico, el sonríe y continua caminando a su lado, pero derrepente se para en seco y señala un edificio de los suburbios de la ciudad.
-¿Que hacemos aquí?, vámonos por favor, me da miedo.
-Espera y verás.
Suben unas escaleras sucias y desgastadas, él, saca una llave del bolsillo y abre uno de los apartamentos, no muy amueblado pero acojedor, con un árbol de Navidad en el centro y todo lleno de cajas con adornos navideños.
-Feliz Navidad.
-Pero aun no es Navidad, faltan dos semanas.
-Papá Noel se ha adelantado.
-¿Me has comprado una casa? -dijo ella emocionada-.
-No, solo es nuestro pequeño apartamento, para que podamos estar juntos, ven, vamos a colgar las luces.
Él la cogió de la mano y ambos se sentaron en el suelo desenrredando las luces, las cuales les traicionaron y enredaron. Él la besó. Ella le quito la camiseta. Él la tumbó sobre el. Ambos sonrieron y la magia del amor y la Navidad invadió la humilde estancia.
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